La deuda exterior de Latinoamérica se ha vuelto cada vez más dificultoso, no fácilmente soluble
frente a las nuevas modalidades de la actividad bancaria internacional, es
porque su tendencia en el curso de los últimos diez años agravada por un
comportamiento recesivo del capitalismo en escala mundial no ha tenido un
tratamiento concertado razonablemente sobre fórmulas de reciprocidad y
mecanismos de compensación multilateral.
La exportación de capitales, por
medio de transferencias de recursos que proporcionan valores superiores de
retorno, como expediente para resolver o atenuar las crisis de
desproporcionalidad y sobreproducción que afectan a las economías de los países
capitalistas dominantes por efecto de la anarquía que se desborda en su etapa de
expansión productiva.
Los bancos comerciales están
además en ventaja de establecer cláusulas de penalidad para ejercer presiones
sobre los países prestatarios en virtud de los vencimientos de los créditos que
les confieren a plazos relativamente cortos.
Se crea así una situación restrictiva
que hace más gravosa la carga del servicio de la deuda, motivando que los
gobiernos de los países endeudados, para atender las onerosas condiciones impuestas
por la banca internacional acreedora, adopten una política económica de perfil
restriccionista y desalienten aquellos costos sociales del desarrollo que más
inciden en el balance negativo de sus pagos internacionales.